EL VIAJE DE LA REINA A HERRERÍAS (1862)
La Reina Isabel II, en su periplo por el sur de España (desde el día 12
de septiembre, al 31 de octubre del año 1862), visitó todas las capitales
andaluzas a excepción de Huelva y la provincia de Murcia.
De Murcia visitó, la ciudad de
Cartagena, donde había arribado en barco desde Almería, así como las tierras de
sus minas y la ciudad de Murcia, para lo que marchó en tren, sobre un trazado
férreo todavía provisional y sin estar la estación aún por construir.
Hace ya 155 años que se produjo la
visita de la Reina Isabel II, en compañía de su esposo y sus hijos, la Infanta
Isabel y el príncipe de Asturias
Alfonso, a la ciudad portuaria de Cartagena. Llegaba sobre las seis y cuarto de
la mañana de un jueves día 23 de octubre del año 1862, aunque desembarcaron a
tierra alrededor de las once y media de
la mañana, debido al malestar en que se encontraba su majestad la Reina Isabel II, durante la travesía marítima que
realizaron desde Almería.
Bajaron por la dársena de botes y
entraron a la ciudad por las desaparecidas, Puertas del Muelle. La ciudad
estaba adornada y sus vecinos ansiosos, esperaban recibir a los monarcas. Dicho
recibimiento estuvo acompañado por varias bandas de música que acompañaron a la
comitiva por las calles de la ciudad hasta el Palacio de Capitanía General,
lugar donde se instaló la Familia Real durante los dos días de permanencia en
la ciudad portuaria. Visitaron numerosos lugares de Cartagena, así como también
Alumbres, la Villa de El Garbanzal y las minas situadas en la villa de
Herrerías.
Fueron
muchos los medios de comunicación de aquella época que hicieron eco de la
noticia, recogiéndolo en la prensa escrita, un claro ejemplo de ello fue el
periódico madrileño conocido como “La Época”, que sobre la noticia días
después, decía así:
Anoche
se recibió el siguiente despacho telegráfico (en un periódico de aquellos años):
Orihuela 27 de octubre
de 1862 a las nueve y veintiocho minutos de la noche:
Sus majestades y
altezas han verificado su entrada en esta ciudad a la una de la tarde en medio
de las mas ardientes aclamaciones. Inmediatamente después visitaron el
Seminario Conciliar, un establecimiento de beneficencia y un convento de
Monjas.
La presencia de los
reyes ha excitado en todas partes un entusiasmo indecible. Como los augustos
viajeros llegarán a Aranjuez muy entrada la noche, pernoctarán mañana en aquel real sitio para entrar en Madrid el
día 29.
Gratos e indelebles
recuerdos han dejado sus majestades en todos los pueblos que han tenido la
dicha de albergarlos.
Murcia, aun antes de
llegar los reyes, bendecía la visita que anhelaba, porque la locomotora llegó a
sus puerta el día 24 como arrogante mensajera agobiando el bien que habían proporcionado
a la ciudad. Los murcianos, entusiasmados al oír el silbido del vapor, se
apresuraron a saludar tan codiciado momento, y desde aquel instante la alegría
rebosaba en "todos aquellos habitantes, desbordando. En indescriptibles
muestras de júbilo cuando S.S. M.M. entraron en la población. Bajo los balcones
del palacio se agrupó una muchedumbre compacta y entusiasta que vitoreó con
locura a S.M. cuando la augusta señora se presentó en el balcón saludando á
aquellos leales hijos de las riberas del Tader. El príncipe de Asturias salió
también al balcón, y con grandiosos saludos acabó de entusiasmar á todos.
En la misma noche del
24 tuvieron la honradez de comer con S.S. M.M. los alcaldes y las autoridades
de Murcia. Terminada la comida se dio una gran serenata a los reyes, que duró
hasta una hora avanzada. Murcia ofrecía un aspecto delicioso. Las iluminaciones
eran brillantes y el tiempo apacible, ayudaba a darles mas vistoso aspecto.
El día 25 de octubre a
las once de las mañana salieron sus majestades de palacio para oír misa en la
catedral. Como el trayecto es muy corto, los reyes prefirieron ir á pie,
atravesando por el centro de una apiñada multitud que con sus vivas y
aclamaciones ensordecían los ecos de las músicas que tocaban la marcha real. En
el templo era también rinde la masa de gentes que lo ocupaban. Sus majestades
pasaron al trono que les estaba preparado, después de oír misa visitaron toda
la hermosa iglesia y sus dependencias. Cuando salió de la catedral se encaminó
su majestad a visitar varios conventos de monjas. En la misma tarde del debían los reyes asistir a la iglesia del
Carmen a ver las hermosas efigies de los santos que forman los pasos en las
procesiones de Semana Santa y cuyo mérito artístico es muy notable. Por la
noche debió verificarse la mascarada alegórica que se venia preparando y que
prometía ser tan divertida como variada.
La reina se mostraba
muy contenta en Murcia y manifestó que el recibimiento que le hicieron los
murcianos no se le olvidará nunca. Los preciosos trajes del país regalados a
los príncipes gustaron mucho á los reyes y mandaron que le vistieran S.S. A.A.
Las correspondencias y periódicos de Cartagena dan curiosos pormenores
sobre la visita de S.S. M.M a las minas
de aquel distrito:
Ayer, (o sea el jueves
día 23), dicen el día 24 de octubre de 1862 entre las una y la dos del medio
día, visitaron el distrito minero recibiendo grandiosas ovaciones en el
tránsito de esta ciudad al pueblo de las Herrerías. En el camino se elevaban
varios arcos situados el primero en la confrontación del pueblo de los Alumbres
y sitio llamado la Olla, dedicado a sus majestades y Altezas reales por los
vecinos del mismo pueblo; el segundo en el paraje llamado La Esperanza y en el
cual se hallaba el Ayuntamiento de El Garbanzal para saludar a los reyes; otro
a la entrada del pueblo de Herrerías ; el otro en el centro de la calle
principal del mismo, y de este a la fábrica del Sr. Campoy pasaron S.S. M.M. y
A.A. por bajo de otros dos, uno de ellos formado por un número crecido de
lingotes de plomo. En cada uno de estos arcos se hallaba una banda de música y
una numerosa concurrencia que con entusiastas y arrebatadoras aclamaciones
vitoreaba a los regios viajeros siguiendo el carruaje.
El
pueblo de las Herrerías y hasta las casas sitiadas y mas pobres tenían
adornadas sus fachadas. Luego sus majestades llegaron a la preciosa tienda que
les tenían dispuesta las industrias mineras y fundidoras, después de haber
manifestado su complacencia por su exquisito gusto y lujosa decoración, fueron
invitados á pasar á la fábrica del Sr. Campoy, cuya maquinaria en movimiento
hizo conocer el mecanismo del lavado de minerales y la gran riqueza que
encierra este distrito.
Visitaron
también la fundición contigua, teniendo los Sres. Rolandi y Campoy la honra de
explicar a los Reyes, la importancia de estas nacientes industrias.
Volvieron
los reyes a la tienda, y entrados en ella, les fueron ofrecidos varios
productos minerales, preciosos ejemplares naturales y un juego de herramientas
de plata por seis bellas jóvenes que, vestidas de huertanas con trajes
ricamente; bordados, les presentaron en azafates de plata.
Aceptaron
los reales personas el buffet que se les tenia preparado con extraordinario
lujo y buen gusto, disfrutando también de este obsequio el numeroso gentío que formaba la comitiva. Los
augustos viajeros demostraban sin cesar el mayor interés por el fomento de las
industrias y su complacencia por cuanto hablan visto y examinado.
A
la vista de la tienda se elevaba un precioso obelisco, y alrededor de ella en
varias direcciones hasta el camino real, numerosos gallardetes colocados en
altas candelas.
Por
último S.S.M.M. manifestaron el deseo de visitar una mina y se dirigieron a la
galería de la titulada Belleza que es digna de visitarse por sus dimensiones y
acertada construcción.
S.S.M.M.
entraron a gran distancia y profundidad en la galería, y conducidos en el
ferrocarril de la misma, señalando su majestad con una barrena el sitio hasta
donde había llegado. Seguidamente salieron de la galería en el mismo vagón en
que habían entrado, sin querer aceptar mas asiento que una rústica silla
cubierta por las pobres mantas de los trabajadores S.S.M.M. regresaron a esta
ciudad después de las cinco y media de la tarde.
Los
mineros y fundidores presentaron a sus majestades una exposición pidiendo se
construya un ferrocarril de Cartagena a Córdoba, que facilitando
con gran baratura los combustibles
minerales de las cuencas de Velmez y Espiel, dará a estas industrias una
importancia y desarrollo que aun no han disfrutado.
“La Época” (Madrid 28
de octubre de 1862). Nº 4.510.
Archivo Biblioteca
Nacional de España.
Después
de visitar La Unión, en aquellos años Herrerías, y de la aventura de adentrarse
en el interior de una mina, la Reina Isabel II y su sequito, volvieron a
Cartagena.
Ya
en Cartagena, a las diez de la noche del jueves 23, se presentaron S.S. M.M. en
el suntuoso baile del Navío Reina Doña Isabel II: la mayor riqueza, y elegancia
resplandecía en todos sus adornos. Los reyes y altos personajes que les
acamparían manifestaron que no esperaban un baile tan magnifico.
La
reina bailó dos bailes franceses, conocidos como Rigodones, el primero con el Ministro
de la Guerra y el segundo con el de Marina, y el Rey con las dos bellas hijas
del General Zavala, retirándose a las dos y media de la mañana después de haber
disfrutado del espléndido buffet.
Su
majestad la reina Isabel II, no quiso ocupar en toda la noche el magnífico
trono que se le tenia preparado, prefiriendo estar sentada al lado de su esposo
en medio del salón, siendo admirada por la brillante concurrencia que lo
ocuparía.
La
concurrencia fue numerosa y escogida. La reina iba vestida con admirable
sencillez y elegancia, y el rey con uniforme militar del rango de Capitán
General.
Al
día siguiente ( viernes 24 de Octubre) marcharían en tren a Murcia, allí durante
su visita estuvieron alojados en el Palacio Episcopal; la Reina visitó los
conventos de (Capuchinas, Agustinas y Teresas), las iglesias (en San Agustín
vio la obra de Salzillo); distribuyó donativos por parroquias de la ciudad y
pedanías por valor de 372.000 reales; los traslados por la ciudad, siempre en presencia
de multitudes, los hizo en un majestuoso carruaje tirado por seis alazanes. En
acuerdo municipal se decide cambiar nombre de la calle Trapería por el de
‘Príncipe Alfonso’; el día 26, visitó el Santuario de la
Fuensanta. También, ese mismo día, inauguró el Teatro, llamado de Los
Infantes (actual Romea) en honor a los hijos de la Reina; asistiendo con su
propia compañía el mismísimo Julián Romea.( Durante los demás días que duró su
estancia en la ciudad de la Huerta, hubo días en los que llovía.
Se
tiene constancia de que en septiembre y octubre del 1862, durante ese viaje, con
la Reina Isabel de Borbón y formando parte de su séquito, iba el Galés,
fotógrafo oficial de la Casa Real, Charles
Clifford (Gales 1819-Madrid 1/1/1863),el cual realizó numerosas instantáneas
de paisajes y monumentos en las ciudades y pueblos visitados por Andalucía y
Murcia.
Existe
un álbum fotográfico de Clifford conocido como “Álbum de Andalucía y Murcia” el
cual llegó a ser propiedad de los Duques de Montpensier. Actualmente dicho
álbum está custodiado en la Biblioteca Nacional de España y como he podido
comprobar en sus paginas internas, no hay toma fotográfica ni referencia alguna
de que haya alguna foto realizada de Herrerías del año 1862, cuando la Reina
visitó la mina Belleza. Algunas de esas tomas, también se conservan, en el
Palacio Real de Madrid y en el Museo del Prado.
Tan
solo el álbum recoge dos fotografías realizadas en Cartagena y tres en Murcia.
Autor: Francisco Silvente Glez.
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