1916, HUELGA DE MINEROS

Día 3 de marzo de 1916

Un viernes, día 3 de marzo de 1916, habiéndose cumplido 104 años de aquello. Los mineros de La Unión, en número de 4.000 recorrieron pacíficamente las calles de la ciudad, en dirección al Llano. Las tropas de  las fuerzas de vigilancia y de la Guardia Civil, estaban preparadas para marchar a La Unión en el caso de que se alterase el orden. Dada la miseria que reinaba en esta sierra, el problema creado ofrecía una verdadera gravedad. Se esperaba la llegada del gobernador, a quien se había telegrafiado para contarle sobre el conflicto. Durante el día, los comercios tuvieron cerradas sus puertas. A primera hora de la mañana algunos obreros visitaron las zonas mineras invitando a abandonar el trabajo a sus obreros, igual que ocurrió en los talleres de Miguel Zapata (La Maquinista de Levante) y fundiciones más pequeñas. Los centros mineros de Portmán y otros pueblos también fueron visitados por los obreros que consiguieron convencer a los compañeros.
Una vez allí, en el Llano del Beal, frente a la Casa del Pueblo a las once de la mañana, varias sociedades obreras y los mineros (sumando un total de más de doce mil personas),acordaron ir a la huelga general. Dicho acto, fue presidido por  el presidente de la Federación Obrera, Vicente Sánchez, el Secretario de la misma sociedad, José López Asensio, el cual hizo lectura de los telegramas que el gobernador civil, el señor Baamonde, mandó, en el que expresaba su reconocimiento de la gravedad de esos momentos y recomendando a los alcaldes de Cartagena y de La Unión, que intercedieran con los patronos para hacer gestiones y así llegar a un acuerdo con los obreros aceptando el tribunal de arbitraje propuesto por los trabajadores del sector.
El orador puso de manifiesto la  terminante negativa opuesta por los patronos a las indicaciones de aquellas autoridades, evidenciando a esa actitud el deliberado propósito, obligando a los obreros resoluciones extremas. La responsabilidad de esta huelga se achacaba a los patronos.
Daniel Manzano, representante de las sociedades de Portmán aconsejaba a todos los asistente y demás obreros a unirse como medio para conseguir lo que solicitaban, dirigió unos ataques verbales muy duros a los patronos, al igual que Antonio Alcaraz, representante de la Sociedad Nueva España y su presidente Carlos Lizán.
En dicha reunión se nombró la comisión ejecutiva de la huelga quedando formada por los obreros Vicente Sanchez, Antonio Pérez, Carlos Lizán, Mariano Balaguer, Vicente Copel, José López, Pedro Martinez y Francisco González. Acordando por unanimidad que los obreros asistieran a la huelga general.
A  las tres de la tarde regresaban los mineros, que divididos en pequeños grupos entraron a La Unión.

Día 5 de marzo de 1916

El ministro de la Gobernación el señor Alba, siempre en sus declaraciones en la prensa tuvo frases de elogio hacia los obreros mineros que estaban en huelga general en la sierra Minera de Cartagena y La Unión. Diciendo que esos obreros mineros practicaban con verdadera autoridad sus deberes manteniendo una actitud respetuosa y digna.
La industria minera en la España del año 1916, ya sufría desde hacía años una gran crisis, pero ese año fue mayor la crisis económica que se sufría, en las clases proletarias. Los productos mineros desde que comenzó la guerra europea alcanzaban mayor precio, los jornales resultaban exiguos ante el encarecimiento de la vida por consecuencias de las salpicaduras de esa misma guerra.
Casi en su totalidad todos los mineros de la zona no fueron a trabajar, apenas no llegan a seis las concesiones en las que si asistieron a trabajar y que no se sumaron a la huelga.
El gobernador civil el señor Baamonde, dirigió un telegrama el día 4 de marzo, al alcalde de Cartagena de aquel entonces, José García Vaso, haciéndole determinadas indicaciones referentes a las gestiones iniciadas para que los patronos aceptaran el tribunal de arbitraje, propuesto por los obreros y que no dieron resultado, también le comunicaba que si no tenía éxito la negociación, se acercaría ha Cartagena para intentar solucionar el problema.
El alcalde de Cartagena respondía dicho telegrama, comunicándole al gobernador de Murcia, que los patronos accedían a tener una nueva reunión con él, a la que asistiría, su representante y la comisión de huelguistas. Esa reunión tuvo lugar aquella tarde a las tres y antes de celebrarse había fundadas esperanzas que con ella saliera la fórmula de concordia anhelada por todos y así el conflicto se daría por resuelto volviendo todo a la normalidad en la zona minera. Con esta respuesta Baamonde, pensó que ya no sería necesario su desplazamiento, ya que tenía enorme confianza en García Vaso, en el cual delegó, para resolver dicho conflicto. Pero el resultado de la reunión no fue muy favorable, pues no hubo acuerdo, los patronos no daban su brazo a torcer, hacían caso omiso diciendo que los obreros estaban encantados con sus sueldos, y que si había alguno que no fuera así, que no pasaba nada, que obreros sobraban para trabajar. Es normal pensar que con dichas opiniones al iniciarse la huelga, la violencia hizo su presencia en varias ocasiones, teniendo por respuesta de los miembros de las fuerzas de seguridad, algún que otro disparo al aire, impidiendo así que los obreros siguieran por el camino de la violencia.
Los obreros trataron de conseguir la paralización del ferrocarril de Cartagena a Los Blancos y la de la Fabrica del Gas, acudiendo por la mañana a las doce a la Subcentral Eléctrica de La Unión, que subministraba fluido a casi todo el distrito minero, un grupo formado por mas de 300 manifestantes, pidieron al director que dejara de funcionar la mencionada fabrica que además de facilitar fuerza motriz a las minas, subministraba el fluido a los pueblos de Portmán, Llano, El Algar y Alumbres. El director de la fabrica conferenció con los huelguistas, haciéndoles ver la imposibilidad en que se hallaba de aceptar sus pretensiones.
También se presentaron en actitud violenta en la fabrica de desplantación de la Sociedad de Peñarroya, pretendiendo que los obreros cesaran en el trabajo, igual que ocurrió en otra de las fabricas de la misma sociedad y en la de abonos químicos de Cartagena. En ambos sitios también intervinieron los guardias para disolver los grupos. El numero de huelguistas que se presentaron en las mencionadas fabricas se elevaría a mil quinientos.
Dichos enfrentamientos hicieron que el Gobernador Civil, cambiara de opinión y decidiera que vendría personalmente para intentar poner fin a dichos conflictos.
La sociedad de panaderos “La Primitiva”, acordó que habiendo tomado en la junta general, la decisión de ir a la huelga por solidaridad con los mineros y que hasta que no se concedieran las peticiones que habían formulado al gremio de patronos. Solicitaban que la elaboración de harina con amasadora mecánica, se abonara a los obreros 3 pesetas por cada 100 Kilos y 4 pesetas por igual cantidad elaborada a brazo, no pudiendo exceder la elaboración por cada brigada de 500 kilos.

Día 6 de marzo de 1916

A las seis de la tarde del lunes día 6 de marzo de 1916,continuaban sin solucionar la huelga de mineros de La Unión. En el Ayuntamiento, se habían reunido los obreros del sindicato minero y patronos con la asistencia de Perezagua, sin obtener ningún resultado. En la reunión celebrada, los patronos acordaron lo siguiente: Hallarse dispuestos a mejorar los jornales de las labores, atendiendo las peticiones de los trabajadores que disfrutan jornal mínimo y no tomar represalias contra los huelguistas. El Gobierno en unión de los obreros, propusieron, medidas que permitieran el abaratamiento de las subsistencias. Parecía iniciarse corrientes de concordia, se citaron para el día siguiente volver a reunirse.
Mientras tanto los obreros huelguistas obligaron a parar los trabajos en la fundición de Peñarroya en Escombreras, así como también en los de la fabrica de cristal del barrio de Santa Lucía (Cartagena). Eso hizo que llegaran más refuerzos de la Guardia Civil junto con dos compañías del regimiento de Sevilla, distribuyéndose los soldados por las diputaciones de Escombreras, Alumbres, Algar, Portmán y Llano. También llegó el Gobernador Civil. Los panaderos de La Unión acordaron unirse a la huelga.

Día 7 de marzo de 2016
            
Quinto día y aun continuaba la huelga de mineros en La Unión, para pedir un aumento del sueldo, y amenazaban con ampliarla los obreros de la zona de Cartagena en solidaridad. 
Los manifestantes detuvieron el tren “Tranvía”, que marchaba desde Cartagena, hasta los Blancos, en el que iban el alcalde de Cartagena y el jefe de policía, para acudir al mitin que se iba a celebrar en La Casa del Pueblo, del Llano del Beal. Dicho tren fue asaltado por una avalancha de huelguistas y que no tuvieron mayor importancia porque dichas autoridades apaciguaron a los obreros, dirigiéndoles unas palabras de tranquilidad.
La reunión frente a la Casa del Pueblo se celebró por la mañana, con mucha tensión y palabras e insultos con violencia hacia los patronos y autoridades allí presentes, por lo que se saldaron con varios detenidos, el Alcalde de Cartagena quiso dirigir la palabra al público, no lográndolo por las protestas y los gritos.
Al regresar para La Unión, frente a la fabrica de Pio Wandosell, la Fundición Dos Hermanos, que se hallaba cerca del Descargador, el ambiente de los manifestantes se agravaba, hombres, mujeres y niños que participaban en la huelga, increpando con piedras desde las colinas de “gachas” y demás estériles de fundición. Las instalaciones mineras estaban vigiladas por miembros de la Guardia Civil y más militares, otra compañía del Regimiento de España, había llegado de Cartagena junto con más agentes de la Guardia Civil. Según datos de la prensa de aquella época, llegaron a La Unión más fuerzas del Regimiento de España, procedentes de Málaga, 50 Guardias Civiles de Infantería y 25 de Caballería.
Todo éste desplazamiento se debió a los distintos altercados que estaban sucediendo el tan sonado día 7 de Marzo, se dijo que los huelguistas, portaban dinamita en botellas, por lo que el miedo era aun mayor, luego días después y con las pesquisas de las investigaciones que se hicieron por parte de las autoridades, se pudo comprobar que no era así.
Con el ambiente cada vez mas cargado de violencia, sucedió lo que se temía, alrededor de las diez y media, varios huelguistas ce acercaron a la entrada de la nombrada anteriormente, fabrica de Wandosell y quisieron comprobar que los trabajadores que allí, estaban en faena, lo hacían por su propia voluntad y no obligados o chantajeados por los patronos. Así que una vez en la entrada les frenaron los vigilantes que custodiaban la zona, impidiendo que entrasen y preguntando que querían, ellos dijeron; hablar con nuestros compañeros, contestando los vigilantes esperad a nuestro jefe, una vez salió el Superior, volvió a lanzar la misma pregunta , además de decirles, que esperasen hasta que les avisaran para entrar y que lo hicieran solamente una comisión (que estaba compuesta por cinco). Transcurrido unos veinte minutos de espera, tiempo suficiente para que aquel numero de unos 50 obreros en la entrada de la fundición, se multiplicara en cientos. De repente aparecieron a caballo miembros de la Guardia Civil, que sin casi mediar palabra comenzaron a soltar a diestro y siniestro espaldazos. Los trabajadores corrían y huían como podían tratando de esconderse y marcharse de aquella sangrienta batalla, entre los que también había tiros de Mauser, sables cortantes, etc. Cientos de heridos, también algunos fallecidos. La Cruz Roja llegó a la explanada de enfrente, horrorizados por lo allí sucedido, comenzaron a recoger y atender a heridos, aparecieron cinco cadáveres que presentan terribles heridas, un niño de 14 años, también una mujer joven, con la cara destrozada, y otros tres hombres. Los vecinos de La Unión y alrededores conocían la noticia por el “vox populi” y la prensa que al principio contaban, cinco muertos y dieciséis heridos graves.
A las 12 horas se conocían más datos del echo ocurrido y los nombres de los heridos, siendo los siguientes: Consuelo Aroca Jerez, Pedro López Clemente, Valentín Escobar Callejón, Antonio Saura Martinez, Manuel Manrubia Manrubia, Ginés Adán Martinez, Narciso Baños Muñoz, Manuel Romero Martorell, Mariano Giménez García, Ginés Hernández Paredes, Pedro Victoria Visado, Ginés Sanz Giménez, Luis Hernández Marín, Magdalena Osete Mendoza y Catalina Alcaraz Madrid. También resultaron heridos aunque no de gravedad los Guardias Civiles, Francisco Arenas y Tomás Suarez.
Ya identidad de las victimas, siendo: Gabriel Gutiérrez Sánchez, de 37 años, natural de La Unión; Francisco Carrillo Paredes, de 15 años de La Unión; Francisco Molero Rubio de 20 años del Algar; Ana María Céspedes Soler, de 45 años, del Llano del Beal; Herminio Auñón Martínez, de 20 años , de La Unión. Falleciendo al día siguiente (8 de marzo),por estado muy grave en el Hospital de la Caridad, Ginés Sanz Jiménez.
La gran mayoría de los heridos, habían huido a sus casas, de Perín, Portmán, Llano del Beal y Alumbres. Ocultándose muchos en sus domicilios por miedo a las detenciones por haber participado en la huelga. En el camino de Portmán, un transeúnte auxilió a un obrero que llevaba un balazo en el brazo, hecho que fue publicado en la prensa de la época.
Según datos del informe de asistencia de la Cruz Roja cuando trasladaron a los heridos al Hospital, los nombres fueron:
Antonio Saura Martinez, que tenía una herida en un brazo.
Manuel Manrubia, herido en una pierna.
Narciso Baños Muñoz, herido en una pierna.
Manuel Romero Martorell, heridas en ambos muslos.
Mariano Jiménez García, una herida en el vientre, su estado es grave.
Ginés Hernández Paredes, herida en un brazo.
Pedro Victoria Jiménez, herida en la boca y en la espalda.
Carmelo Arcas Torres, herida en una pierna.
Pedro López Clemente, herida en el vientre, grave.
Valentín Escobar Callejón, herido en una pierna (Falleció días después a consecuencia de una neumonía, en el Hospital).
Catalina Alcaraz Madrid, herida en la mano derecha, que le ha sido amputada.
Luisa Fernández Marín, herida en el vientre, esta gravísima.
Magdalena Osete Mendoza, herida en una pierna.
En su mayoría todos eran con heridas producidas por las balas de los agentes y militares, aunque también había personas con heridas producidas por sable. Como primeros auxilios, muchos fueron atendidos en el Parque Sanitario de la Cruz Roja, que instalarían frente a la zona del altercado. Siendo de reconocida labor, la desempeñada por los sanitarios de la Cruz Roja, para lo que el Gobernador Civil, tuvo palabras de agradecimiento, en días posteriores.     
Se vivieron escenas desgarradoras, como la de una mujer que se hallaba intranquila ante la prolongada desaparición de su marido, decidiendo, acercarse al depósito de cadáveres, para comprobar si estaba junto a los cuerpos de los fallecidos por los tiros, hallando entre ellos a su esposo. Sufrió un sincope, quedó viuda con cuatro hijos, contando el mayor con de 12 años de edad.
Hubo numerosas detenciones,  como las del director de la huelga, Mellado Román, o la de Francisco Galindo Jiménez, Juan Montesinos, Antonio García Pérez, José Soto Madrid, Antonio Alpañes Alcaraz, Andrés Gallego Pérez y Nicolás Jumilla María, todos acusados de inductores.
Al día siguiente aparecieron tres cadáveres más, en un barranco cercano a la Fundación de Wandosell.
Con lo que la lista definitiva de los fallecidos aquel fatídico día quedó de la siguiente manera:
Gabriel Gutiérrez Sánchez, 37 años, natural de La Unión, domiciliado en la Calle La Mata.
Francisco Carrillo Paredes, 15 años del casería Las Caleras en La Unión.
Francisco Molero Rubio, 20 años de edad natural de El Algar, domiciliado en la calle Campos.
Ana María Céspedes Soler, de 45 años, natural del Llano del Beal.
Herminio Añón Martínez, de 20 años , domiciliado en la Plaza Los Hndez en El Garbanzal de La Unión.
Ginés Sanz Martinez, 27 años, de La Unión.
Valentín Escobar Callejón, 46 años, Alumbres.(herido en la huelga y tras estar hospitalizado en el Hospital de la Sangre de La Unión, fallece consecuencia de una neumonía el día 16 de dicho mes.
Todos victimas de heridas por arma de fuego.
Y un niño el cual no se pudo averiguar su identidad, aunque hay quien dijo que nunca apareció dicho cuerpo, por lo que se le dio por desaparecido.

Después de la colisión sangrienta (a partir del 8 de Marzo de 1916)

En días siguientes al altercado o colisión sangrienta como lo calificaba la prensa de la época, un juzgado militar se había trasladado a La Unión.
Paralelamente se reunían en el local del Sindicato, las Juntas Directivas de las Sociedades Obreras para debatir sobre los hechos ocurridos, trabajadores del Arsenal.
El Alcalde de Cartagena, García Vaso, citó a una reunión a los patronos, los cuales manifestaron que no habían recibido ninguna respuesta de parte de los obreros manifestantes, pues les habían ofrecido a los obreros que retomaran sus puestos de trabajo, ellos no les iban a tomar represalias ningunas.
Se dijo que aparecieron algunos cadáveres más en un barranco cercano a la Fundación Wandosell, dato el cual desmintieron con posterioridad.
El Gobernador civil celebró una conferencia con las autoridades militares.
Como anteriormente se ha dicho, hubieron más detenciones a los participantes de la huelga, más bien a los que se les quisieron acusar de inductores como fue él caso de Francisco Galindo Jiménez, Juan Montesinos, Antonio García Pérez, José Soto Madrid, Antonio Alpañes Alcaraz, Andrés Gallego Pérez y Nicolás Jumilla María.
En las declaraciones que hicieron las autoridades que participaron en los sucesos, comunicaron que ellos hicieron todo lo posible para que dicho conflicto no llegara a donde llegó, y que los miembros de las fuerzas del orden y la Guardia Civil, antes de disparar procuraron hacer que los huelguistas abandonaran sus actitudes hostiles. Hasta dijeron que uno de los fallecidos, el más joven (con tan solo 15 años), estuvo disparando desde lo alto de una tapia hacia los agentes de la Guardia Civil y que como no cesaba de hacerlo se vieron obligados a responder abriendo fuego hacia él, hasta que lo abatieron.
Versiones de varios testigos presenciales de los sucesos, negaron que los huelguistas hicieran disparos contra la fuerza armada.
En las calles del municipio de La Unión, reinaba la soledad, la gente estaba  muy consternada y temerosa con lo sucedido, los entierros de los fallecidos en la trifurca, se desarrollaron con mucha tristeza. Los vecinos comentaban sobre de los sucesos, así como no entendían que no se respetase el luto, en señal de duelo por las victimas, anulando las fiestas de Carnaval y los bailes.
Las sociedades obreras situadas en las diputaciones vecinas, lucieron bandera roja a media asta.
Se contaba que durante la colisión habida entre la Guardia Civil y los obreros, un disparo de Mauser rompió un cable eléctrico de alta tensión. Este cayó muy próximo a un grupo compuesto de numerosos obreros que milagrosamente se salvaron.
El gobernador civil visitó a los heridos que se hallaban en el Hospital de la Sangre, que eran asistidos por las hermanas de la Caridad. La saludo de muchos  se agravaba, hasta temer por su vida.
Muchos particulares les obsequiaban con cajetillas de tabaco, así como otros  donativos a las familias de las víctimas.
El fiscal de la Audiencia de Murcia, vino para intervenir en los sucesos. Siendo las detenciones otro hecho en aumento, el Inspector de Policía, por la noche practicó detenciones a los dos comisionados obreros de La Unión que solicitaron el apoyo de sus compañeros. Dichos comisionados hicieron graves manifestaciones contra las autoridades en la reunión obrera celebrada esa noche del día 9 de marzo, en el Sindicato.
La prensa recoge como fueron las reuniones que hubo, relatándola de la siguiente manera:
El comisionado del Sindicato justifica la actitud de los huelguistas. Ginés Ros dice que los obreros tenían anunciado el mitin de El Llano del Beal, para recoger el criterio de todos y orientar la actitud que debían seguir, siendo unánime la presión para persistir en la huelga pacífica. Dice que terminado el mitin un grupo numeroso marchaba hacia La Unión y al pasar frente a la fábrica de Wandosell, situada en el Descargador, se extraña de que trabajadores a pesar del acuerdo del día anterior sobre el paro general. Manifiesta que una comisión de obreros pidió permiso al jefe de las fuerzas que custodiaban la fábrica para preguntar a los trabajadores si obraban coaccionados por los patronos. El jefe les dijo que esperase la comisión. Se esperaron los grupos a cien pasos, en espera del permiso. Entonces llegó una patrulla de la Guardia Civil, dispersó a los grupos o hizo varias descargas. Niega las informaciones en que se atribuye a los obreros el haber hecho disparos , ni haber asaltado la tapia, diciendo que se hallaron cadáveres a más de cien metros de las tapias de la fabrica, y hace notar el haber resultado ilesas las fuerzas públicas. Vicente Corbí, presidente del Avance Obrero de La Unión y miembro de la comisión de huelga, ratifica las anteriores manifestaciones. Protesta de las informaciones de la prensa y ataca la gestión del Alcalde de Cartagena. Eduardo Caballer, obrero local, pide se nombre una comisión, que organice el paro general. Otros obreros protestan de los sucesos. El presidente suspende la sesión en espera de los acuerdos de todas las sociedades obreras, para organizar el mitin y acordar el paro general. Recomienda a todos la lectura del próximo manifiesto de los obreros huelguistas.
En el Ayuntamiento de La Unión, donde se hallaba el Gobernador Civil el señor Baamonde, no se permitía la entrada. El edificio estuvo custodiado por la Guardia Civil, se doblaron el personal de militares venidos desde Málaga, los cuales se alojaron en el Salón Condal, del municipio.
Mientras tanto en la vecina ciudad de Cartagena, el Sindicato minero de patronos, acordaban ratificar sus ofrecimientos a los obreros y reanudar con éstos, las gestiones para solucionar el conflicto. Designaron arbitro al Gobernador Militar, el Sr. Muñoz Cobos, en vista del fracaso de la intervención del Gobernador Civil y del Alcalde de Cartagena, acercándose  en tren, hasta el municipio minero de La Unión,  para intentar resolver el conflicto. Algunos patronos organizaron una suscripción en favor de las familias de las víctimas. La Mancomunidad Zapata, contribuyó con 1000 pesetas; Peñarroya, 1000; Cecilio Enthoria, 1000; Calamarí, 1000; Juan Antonio Gómez, 250; Francisco Bosch, 250; Ángel Cendra, 200 pesetas, La Sociedad de Explosivos, Wandosell y María Conesa, con 1000 ptas. respectivamente. Los patronos  del Llano del Beal con 500 pesetas. El diputado a Cortes por Cartagena D. Joaquín Payá 2000 pesetas.
En el Cabezo Rajado y en otras minas, reanudaron los trabajos con asistencia de algunos obreros, custodiados por la Fuerza Pública. La Huelga continuaba e incluso los panaderos del municipio dejaron de hacer pan, hasta el punto de que el Ayuntamiento de La Unión, solicitó al Alcalde de Cartagena que intercediera para que  de los hornos pan de allí, pudieran abastecer a La Unión.
Los patronos nombraron una siguiente comisión permanente, estando formada por: Don José Maestre, D. Camilo Calañam, D. Antonio de Lara, director de la compañía Peñarroya, D. Ángel Cendra y D. Mariano Albaladejo.
Llegaban a La Unión el Juez especial y el Teniente Fiscal para encargarse del sumario que se instruyó con motivo de los sucesos, también lo hacía el Coronel Subinspector de la Guardia Civil, el señor Aguilar y el Inspector de Vigilancia de Cartagena.
Una comisión de obreros  solicitaron al juez que diera libertad a los detenidos en Cartagena con motivo última reunión.
En una de las ultimas conferencias fueron conseguidas las soluciones del conflicto, sobre la base de concesión de los patronos de aumento en los jornales de 1 Real fijo y otro transitorio.
El gobernador militar visitaría el domicilio del Diputado a Cortes, D. José Maestre, que en aquel momento se hallaba reunido con el Comité patronal permanente, para dar cuenta del resultado de su gestión, informando de las condiciones propuestas para su posterior aprobación.
Los delegados huelguistas de La Unión se reunirían en el Sindicato Minero con el gobernador militar y los patronos con el fin de ultimar detalles para dicha solución.
Quedaba solucionado el conflicto con las siguientes condiciones estipuladas:
- Pedir la libertad de todos los detenidos por los sucesos, rogando a las autoridades que sobrepasan las acciones judiciales.
- No se ejercerán represalias ni entre patronos ni entre obreros.
- Aumentar 25 céntimos en todos los jornales.
- Que mientras dure la carestía de las sustancias alimenticias, se aumenten otros 25 céntimos los jornales.
- Efectuar semanalmente el pago de ellos.
- Dirigir una solicitud al comandante general del Apostadero sobre las pesquerías con el arte llamado «mamparra».
        
            Investigación Francisco Silvente Glzez.







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