HACE MÁS DE 160 AÑOS, LA UNIÓN YA SUFRÍA SERIAS EPIDEMIAS VIRICAS.

HACE MÁS DE 160 AÑOS, LA UNIÓN YA SUFRÍA SERIAS EPIDEMIAS VIRICAS.


A lo largo de los últimos 160 años de historia de nuestro municipio minero, La Unión ha sufrido varios episodios importantes de enfermedades contagiosas.

En 1859, coincidiendo con la construcción de la ermita, cuando aún no habían finalizado dichas obras, la población del pequeño núcleo, aun perteneciente a Cartagena, sufría un importante brote epidémico de Cólera. Tuvieron que ser las paredes, en proceso de construcción de aquella modesta ermita, las que tuvieron que hacer de improvisado lazareto, dando cobijo y aislamiento a aquellas personas afectadas por dicha epidemia.

No sería esta, la única vez que una epidemia azotaría nuestra población. Cuando apenas llevaba cinco años segregados de la ciudad de Cartagena, en el año 1865, la población unionense sufre otro brote de Cólera. Enfermedad infecciosa aguda, provocada por la bacteria “Vibrio Cholerae” y caracterizada por desarrollar de forma muy brusca diarreas y vómitos importantes. Las autoridades municipales de la época estando al frente el Alcalde D. Andrés García García y la Junta Local de Sanidad, destinaban cinco operarios para las siguientes funciones: Uno, de carretero y los cuatro restantes, para conducir enfermos a los diferentes Hospitales de la ciudad vecina de Cartagena, así como también para cargar con los cadáveres y trasladarlos al cementerio. Para ello, el Ayuntamiento de la Villa de El Garbanzal, compra un carro y una mula. Los cadáveres de los fallecidos por esta enfermedad, eran trasladados al cementerio del “Duende”, cementerio anterior al que hoy día conocemos con el nombre de Ntra. Sra. del Rosario.
           
La enfermedad adopta en nuestra villa, tal magnitud de contagiados y fallecidos, que en septiembre de ese año, el Ayuntamiento instala con carácter urgente, una casa que sirve de hospital para los Coléricos. Para ello escogen en El Garbanzal, una cuya propiedad era del señor Briones (situada en  la Torrecica). Allí, como es normal, irían todos los enfermos afectados de Cólera, cuando se dice todos, se hace referencia, no solo los afectados de El Garbanzal, sino también los de Herrerías y Roche. Pero cuando apenas, llevaba un día funcionando, surgen las numerosas quejas  por parte de los vecinos de la zona. Exponen ante el Ayuntamiento, que el punto infectado estaba en las Herrerías, mientras que en El Garbanzal, no se había producido ningún caso de infección, para lo que solicitaban que dicho dispensario se situara en el núcleo de Herrerías. Así que la Junta de Sanidad decide trasladar el dispensario colérico, a unas viviendas propiedad de Pedro Manzanares, situadas en el primer Cuartel de Herrerías. Como referencia, podemos hacernos una idea, que aproximadamente estaría entre la ermita y la fábrica de Roma, hoy terrenos ocupados y próximos a las calles: Alcalde Luarca, Agua, Alarcón, Espartero, aproximadamente.

Tiempos difíciles corrían para la población unionense, pues el agua, la higiene y la sanidad, no era el fuerte de esta zona. Zona en la cual había muchísima pobreza. Fueron muchas las familias que vivían en casas-cuevas, y en condiciones muy malas. Esto, más la propagación de nuevo de la epidemia del Cólera, hace que la Junta de Sanidad que hubo en 1881, junto al Alcalde Gregorio Sánchez Valero, llegue a convocar a los ocho médicos que había en La Unión, (4 libres y 4 titulares del municipio), les pidieron que estudiasen la situación, que se veía venir y que ayudaran a redactar una serie de normas, en el caso de declarar la Epidemia Colérica. También, deciden pagar 20 pesetas diarias, a los médicos que asisten a los coléricos. Los acuerdos adoptados fueron:

- La realización de dos barracones en la zona de Caleras, para albergar a personas afectadas por el Cólera.
- La construcción de otros 8 barracones más, para aislar a los familiares de los fallecidos por esta enfermedad.
- Se prohíbe la visita al cementerio.
- Se decide comprar carros para el transporte de cadáveres por cólera.
- Desinfección de las viviendas, quema de ropas y utensilios afectados, etc.

El brote de Cólera, fue en aumento, día tras día cientos de personas fallecían a consecuencia de esta epidemia. La peor parte de la provincia de Murcia y del levante español, se la llevó  La Unión. Motivo para que muchos de sus habitantes, se vieran en la obligación de emigrar hacia otras localidades, quedándose aquí, los que ningún recurso tenían. Este hecho fue reflejado por varios escritores de la época, que lo catalogaron como una “desbandada general”. Ya, antes de la declaración oficial, se había extendido un terror enorme, dando comienzo a esa huida que abarcaba a todas las clases y grupos sociales, incluido los médicos que también se marchaban.

El día 13 de junio de 1885, en Cartagena, se decretaba el cierre de todas sus puertas, excepto dos, por las que controlaban y desinfectaban a las personas y objetos que entraban. Desinfección que consistía en una engorrosa y desagradable, fumigación con cloro puro.

El primer caso de muerte por cólera, que se daba en Cartagena en esos días, fue el de una prostituta que días antes había estado en la ciudad de Murcia. En esos días, en el muelle de Portmán permanecía atracado el cañonero “Toledo”, con casi toda la tripulación infectada de cólera.

Debido a la gran cantidad de muertes, en nuestra localidad se empieza a poner la vacuna en fase de prueba, descubierta por el doctor Jaime Ferrán. Un Real Orden de 27 de Junio de 1885, autorizaba al doctor  Ferrán para poner a prueba dicha vacuna, con enfermos de cólera, así como también a sanos aún no afectados.

El índice de muertes por Cólera, aquí fue alto, hasta tal punto que nuestro municipio aparecía en la tabla de estadísticas, sobre la Inoculación Preventiva, del Cólera Morbo Asiático, elaborada en Valencia en 1885. (Por hacerse una idea, en 5 meses en La Unión fallecieron 509 personas). Lo enfermos contagiados, eran aislados en barracas-Lazaretos. Según datos recogidos en los gastos pertenecientes al año 1886, una docena de estos barracones, les costó al ayuntamiento, unas 795 pesetas, habiendo barracones de dos tipos: unos que habían costado 50 ptas. cada uno y otros mas grandes, de 85 pesetas.
           
Mientras tanto, el aumento de cadáveres hacía que el nuevo cementerio de la Villa de La Unión, que apenas llevaba una década funcionando, se quedase pequeño, llegando a practicar entierros hasta de noche. Hay datos que recogen la manifestación del que fuera conserje del cementerio en esos años, en más de una ocasión comunicaba al Ayuntamiento que no había espacio donde enterrar a los fallecidos.

La Junta Local de Sanidad autorizó al médico don Pascual Molina Núñez, para que comenzara a inyectar las vacunas en fase de prueba contra la enfermedad. Pero no fue ésta la única enfermedad contagiosa que acechó al pueblo de La Unión hace mas de 100 años. Apenas había finalizado el brote de Cólera, cuando la población comienza a sufrir otra preocupante cifra, de fallecidos por la Difteria. Otra enfermedad infecciosa aguda epidémica y muy contagiosa, ocasionada por la exotoxina proteica producida por  Corynebacterium diphtheriae, que infecta la zona alta del aparato respiratorio y se multiplica sobre las mucosas de la nariz y la garganta, afectando en ocasiones a otras zonas de la piel y a los órganos genitales. Era tal la preocupación, que el Ayuntamiento decide enviar al Director del Hospital de la Caridad, D. Ponciano Maestre Pérez, a la ciudad francesa de Paris, para que allí estudiara el “Suero de Caballo”, que estaba en proceso de prueba, por el doctor Emilio Roux.

Estando ya en funcionamiento el que fuera el primer y único hospital de la villa, desde el mes de julio de 1883, una de sus salas especiales acogía de forma aislada, a los enfermos afectados, siendo llevadas sus ropas, a una zona del Cementerio para ser desinfectadas. A todas estas medidas, se sumó una serie de normas recogidas para el municipio minero, como la de prohibir las visitas al cementerio en los días 1 y 2 de noviembre.

Pero no es solo de nuestros tiempos modernos y actuales, aquello de no realizar grandes concentraciones de personas, para evitar un contagio y erradicar el problema de una epidemia. Nuestros gobernantes municipales en septiembre de 1884, se reunían para tomar decisiones sobre la celebraciones que aquí se realizaban. Una de las afectadas era la procesión tan tradicional, que todos los día 8 de septiembre se hacía en honor a la Virgen de Gádor, patrona muy querida por los devotos virgitanos, que aquí se asentaban, tras haber llegado de Berja. Se tiene conocimiento de que dicha procesión era una de las más multitudinarias que se celebraban en La Unión. Tal era así que ese año, ante la epidemia de cólera que afectaba a varios puntos de la provincia de Alicante, se prohibió la procesión por la aglomeración y gran concurrencia de devotos que cada año congregaba, lo que ante la situación de epidemia suponía un grave riesgo. Como se ha podido averiguar gracias al acta de sesión plenaria de nuestro ayuntamiento con fecha de 6 de septiembre de aquel año, una nota marginal decía:  “Prohibiendo la procesión de la Virgen de Gádor”, y en el desarrollo del punto se justifica esta orden:

“Enterado el Ayuntamiento de la Consulta del Sr. Cura encargado de la Adyutriz de Nuestra Sra. del Rosario sobre la conveniencia o no conveniencia de celebrar la procesión que anualmente se celebra el día ocho del actual, por unanimidad y teniendo en cuenta, las circunstancias por que atraviesa esta localidad, se acordó  y se manifiesta a dicho Señor cura,  que no es conveniente se celebre dicho acto religioso”.

Entrado el nuevo siglo, el siglo XX, surge otra vez en el municipio de La Unión, nuevos brotes de enfermedades contagiosas. Estaba claro, que la falta de higiene y las condiciones en las que vivían muchos de los habitantes, fue la principal causa de esos brotes, caso contrario a lo que hoy está sucediendo con el Coronavirus. Otra vez hace presencia el Cólera y el Tifus, que hasta ese entonces no se daba en La Unión, con un alto índice de afectados.

El tifus, enfermedad contagiosa, grave y mortal en aquella época, era causada por las heces que los piojos y las pulgas dejaban sobre la piel, apareciendo en ellas las bacterias Rickettsia.​ Cuando las personas se rascaban debido al escozor, consecuencia de las picaduras causadas por estos parásitos, estas heces se extendían por las heridas ocasionadas, facilitando así el acceso de las bacterias al interior del cuerpo. Los síntomas que solían tener estos enfermos era dolores abdominales y de espalda, erupciones rojas, sin brillo que comenzaban en la zona media del cuerpo y se diseminaba, acompañado de fiebres altas.

Para combatir la aparición y propagación de Tifus, la Junta Local de Sanidad, la Comisión de Beneficencia y el Ayuntamiento de La Unión, con el Alcalde, Pedro Ros Manzanares al frente, acordaban las siguientes medidas:

-       La construcción, en el paraje de Vista Bella  “El Lazareto”, de un pabellón para albergar a 30 o 40 enfermos más. Para completar las 60 plazas que se pretendía.
-       Publicar un bando con instrucciones higiénicas.
-       La adquisición de ropas, vajillas y cuanto fuera necesario para el servicio sanitario.
-       Adquisición de calderas, para escaldar las ropas de los afectados.
-       También de una estufa de desinfección y de un aparato para quemar formalina.

Así que, paralelamente al hospital de Caridad (conocido a posteriori, como Hospital de Sangre), nuestro municipio tuvo un hospital Lazareto. Fue construido entre los años 1905 -1906, en el paraje de Vista Bella (hoy, conocido como el Lazareto). Este hospital estuvo formado por varios barracones construidos en madera, contribuyendo así con el aislamiento para paliar y combatir las epidemias y enfermedades contagiosas, como la sufrida en el 1906 del Tifus.

El Tifus, llegó a contagiar incluso a personal de nuestro hospital, varias de las hermanas enfermeras, pertenecientes a la congregación de Siervas de Jesús, se vieron afectadas por contagio.  Se desconoce dato alguno, que indicara si alguna de ellas  llegó a fallecer, pero sin embargo si hay datos de practicantes contagiados, que si fallecieron. El Alcalde, se vio en la obligación de solicitar, a la Congregación de Siervas de Jesús, el servicio de mas hermanas, así como de gratificar, con el pago equivalente a un mes extra, a los practicantes del Hospital que habían prestado sus servicios, durante la epidemia sufrida y la correspondiente indemnización a la familia de los profesionales sanitarios fallecidos por contagio, en su lugar de trabajo.

A partir de ahí, médicos como D. Manuel Rodríguez Fernández (el que fuera presidente de la Cruz Roja La Unión) realizaban inspecciones periódicas por los hogares mas humildes de La Unión. En algunos se llegó a vivir escenas como en la de una familia de nueve individuos, en la que 8 estaban afectados por el tifus.

Una vez erradicado el problema de esta epidemia, la Comisión de Asuntos formada: por Ponciano Maestre Pérez, Francisco Munuera Arnáez y Francisco González Gómez, decidieron cerrar el Hospitalillo de epidemias de El Lazareto.

En el año 1910, otra invasión de Cólera afectaba a varios puntos de Europa, llevándose la peor parte Italia. En La Unión, ante el miedo otra vez a vivir lo sucedido hacía 26 años atrás, el Alcalde y la Junta Local de Sanidad deciden crear un Reglamento, en el que expusieron las siguientes normas:

-       Se prohibía verter aguas sucias, al exterior.
-       Todos los vecinos debían diariamente, realizar limpieza escrupulosa y con detenimiento de los patios, retretes y sumideros.
-       Las fachadas de las casas serían enjalbegadas con cal.
-       Barrido y riego de las aceras.
-       Los vecinos denunciarán ante el Inspector Municipal de Sanidad o a la Comisión de Sanidad, los focos perniciosos que tuvieran en sus casas.
-       Los médicos denunciarán aquellas cuevas o casas poco higiénicas o en las que se produzca un brote colérico.
-       No se pondrá obstáculo alguno, a que la Comisión de Sanidad pudiera  inspeccionar  cuantos domicilios crea oportunos.
-       El pan se conservará en armarios cerrados, provistos de alambreras para que pueda entrar el aire y esté libre de moscas.
-       Las frutas, verduras y hortalizas, así como cualquier otro articulo de consumo, se colocarán en los puestos del Mercado sobre cestas, seras o canastas debidamente aseadas.
-       La carne y pescado se cubrirán con gasas para evitar el contacto con las moscas.

Al año siguiente, en el 1911, la población de La Unión, tampoco se libró de un nuevo brote de Gripe. Para lo que la Junta Local de Sanidad y el Alcalde de ese entonces, don Gregorio Conesa Vera, llegan a redactar una serie de pautas a seguir. En ellas se recogía la decisión de: la apertura del hospitalillo de El Lazareto, aislando allí a los casos más graves; crear en el mismo hospitalillo, una estación de despiojamiento; aplicar 5.000 pesetas que entregó el Sr. Gobernador Civil para la lucha contra la epidemia de Gripe.

Coincidiendo con la pandemia que estamos sufriendo en estos momentos, el llamado Coronavirus (Covid-19), con este articulo histórico no pretendo crear el pánico, todo lo contrario, pues en estos casos lo mejor es la calma y obediencia de las recomendaciones de los expertos y profesionales. Tan sólo, es dar a conocer a todo aquel que siente curiosidad por nuestra historia, unos episodios epidémicos, que hace más de cien años La Unión sufrió.

Autor investigación: F. Silvente Glez.




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