“LA SEÑORA DE BLANCO”. CUANDO LA VIRGEN DEL ROSARIO SE PRESENTÓ ANTE LOS VECINOS DE HERRERÍAS. (Leyenda)



"LA SEÑORA DE BLANCO” por Francisco Silvente


Nunca se puede haber elegido mejor día, para poner en conocimiento de quienes desconozcan el significado de porqué se eligió a nuestra patrona, la Virgen del Rosario, para que fuese ella quienes nos protegiera. Así que hoy 7 de octubre,  día de celebración, por la festividad de la patrona del municipio de La Unión os contaré lo que cuenta la leyenda.

A mediados del siglo XIX, enlutados vecinos de Herrerías, lloraban por lo sucedido. 
Un trágico accidente ocurrido en una de las minas de Herrerías, partido de la Villa de El Garbanzal, dejaba a la pequeña población conmocionada.

¡La “curpa” fue del patrono de la mina!, era la frase que hacía eco por las calles de esta cuenca minera. Era tal el punto de presión que llegó a sufrir el propietario de dicha explotación minera, hasta la decisión repentina e inmediata de abandonar el pueblo e incluso hubo quien dijo que también el país.

Los vecinos de Herrerías, cegados por el odio querían venganza, el patrón debía de pagar por las muertes de aquellos jornaleros muertos en la mina. Eso hacía que los pobladores ofuscados, no acudieran ni a rezar por sus difuntos.

Pero una tarde en la que los feligreses acudían a la ermita, un halo blanco hacía presencia. Una mujer vestida de blanco con un rosario en la mano aparecía en el altar de la tosca y húmeda ermita. La mujer habla a los allí presentes, diciéndoles que rezaran por las almas de los fallecidos en la mina y que no cayeran en la tentación de la venganza.

Una vez terminada la corta conversación, aquella bella mujer inmaculada que había aparecido de la nada, saldría de la iglesia levitando. Siendo a partir de ahí, cuando los feligreses comienzan a creer que la misteriosa mujer que les visitó, era la Virgen, la Virgen del Rosario.

Desde ese entonces los oriundos de Herrerías, primero y de La Unión después, fueron muy devotos de la que nombrarían como su patrona, la Virgen Nuestra. Señora del Rosario.

La leyenda continuaría años después, hasta que un ciudadano de la villa, el tabernero del mercado de abastos, Antonio Vivancos Martínez costearía el pago de una imagen encargada al escultor Francisco Sánchez Araciel. Una imagen que representara a la Virgen del Rosario, esa bella mujer que se había aparecido años atrás a los vecinos del pueblo minero. Así se quiso dar realidad a la leyenda.

Desde ese entonces dicha imagen escultórica, siempre presidirían el altar de la vieja ermita, hasta que sus paredes fueron derribadas para ser emplazadas, por el nuevo templo en los terrenos de la desaparecida fábrica Francesa.

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